Desde la adolescencia -tocó en Los
Pekenikes y grabó con los Pop Tops el éxito 'Mamy Blue'-,
su reputación como guitarrista y su importancia musical
han crecido tanto en cantidad como en calidad. Ha trabajado
junto a Herbie Hancock, George Duke, Dennis Chambers,
Aretha Franklin o Tomatito, entre otros muchos. Formó
hace ocho años un trío con Stanley Clarke y el ex Police
Stewart Copeland, ha hecho música de anuncios «porque
también hay que vivir» y actualmente prepara un disco
-'Honor'- minuciosamente «porque con ese título no puedo
cagarla», bromea. Ya en serio, mañana demostrará en
Salvatierra (20.00 horas) por qué Ray Gómez (Casablanca,
1953) es uno de los pocos grandes genios de la guitarra.
De los de verdad.
-¿Qué repertorio a va tocar con el bajo Daniel Reddu
y el batería Yoann Serra?
-Cosas de mi próximo álbum y algo de 'Volume' ('West
Side Boogie'). Será un rollo blues, funky, jazzy, rocky,...
Vamos a hacer una menestra, ja, ja...
-Toca con Stratocasters. ¿Qué tienen de especial
esas guitarras?
-Es una guitarra que tiene carácter, es muy versátil.
La popularizó mucho Jimi Hendrix, aunque el primero
al que escuché con ella fue a Hank Marvin, de los Shadows.
Leo Fender acertó e hizo algo universal, con un sonido
muy de campana, muy limpio. Y también coge muy bonito
sonido cuando le das caña. Además, le puedes dar hostias,
es muy difícil romperla... es un milagro y todavía no
se ha superado.
-De todos los músicos con quienes ha tocado, ¿quién
le ha impresionado más?
-Es muy difícil... Cuando toqué con Herbie Hancock o
la primera vez con Stanley Clarke o con Lenny White
y Larry Young... También conocí a John Lennon, y fue
algo increíble, muy fuerte. Estás como en las nubes,
sobre todo cuando eres muy joven.
-Por cierto, una de sus más tempranas influencias
fue otro Ray, Charles. ¿Ha visto la película?
-No, aún no, pero tengo ganas. Pero es uno de los personajes
más importantes de la música. La primera canción que
aprendí fue 'What I'd Say'. Y la vamos a tocar.
-¿Qué me dice de su nuevo disco?
-Pues que tardo mucho en acabarlo. Lo empecé hace años,
y ha pasado por varias encarnaciones. Hay cosas en vivo
y de estudio. Tardo mucho porque no sólo me gusta lo
instrumental, sino las canciones bien producidas, con
bonitos sonidos. Y me cuesta, porque lo estoy haciendo
yo solo, cambio cosas según pasa el tiempo, para que
todos los temas tengan el mismo rollo y quiero que todo
me guste. Estoy llegando, pero es que he tenido que
aprender a ser ingeniero. Si no, me hubiese costado
más de 300.000 euros, porque soy muy meticuloso. A lo
mejor grabo algo en Salvatierra.
-¿Por qué lo titula 'Honor'?
-Porque después de tanto tiempo con las discográficas
y en el negocio de la música me he dado cuenta de que
hay muy poco honor en este mundo. He decidido honrar
a mi propio arte y, además, con ese título no puedo
cagarla, ja, ja, ja... Me he puesto mi propio obstáculo,
porque soy un enfermo del perfeccionismo.
-¿Qué es lo más importante para quien empieza con
la guitarra?
-Hay muchas cosas: haber elegido bien, ja, ja,... Esto
sirve para todo, pero lo principal es darle caña en
serio y saber que vales. Y lo sabes cuando la gente
lo confirma, aunque hay algunos que siguen por convicción
-aunque no valgan- ¿y a veces llegan!